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Foto del escritorPeriferia Internacional

Isaiah Berlín, Tocqueville, el brutalismo, la sangre azul de los cangrejos y la patente de corso

Actualizado: 2 may 2020



La igualdad según Tocqueville


Alexis de Tocqueville, uno de los autores más importantes de la historia por su investigación de las revoluciones y la democracia en pleno siglo XIX, hizo un análisis importante sobre igualdad que ha servido para entender los estallidos sociales de los últimos tiempos en países con un alto desarrollo económico.

Para Tocqueville, en sociedades democráticas los hombres se acostumbran a la igualdad y es por ello que rehúsan a cualquier tipo de privilegio o diferencia de clase. Así, cuanto más igualitaria es una sociedad, la menor distinción entre sus miembros no solo llama la atención, sino que es foco de futuros enfrentamientos. Con ello Tocqueville daba a entender que el desarrollo de una mayor igualdad era el motor de cambio en las sociedades.

En la Francia prerevolucionaria, por ejemplo, el desarrollo económico de ese entonces jugó un papel importante. La vieja y la nueva burguesía comandarían el proceso revolucionario cansados de las prácticas limitantes del viejo régimen.


El brutalismo


Una nueva forma de arquitectura emergió en la Europa comunista a mediados del siglo XX. El brutalismo le debe su nombre al "béton brut", como se le conoce al hormigón crudo en Francia. Estos edificios impresionantes por su grandeza destacan por su estilo de bloques, apariencia áspera, casi militar y por la homogeneidad de su color. En la Antigua Yugoslavia, estos edificios eran sumamente populares, al punto de que llegó a conocerse en el exterior como "edificios yugoslavos" a las edificaciones brutalistas.

En los países de la antigua Europa soviética estos edificios son ahora recuerdos de su pasado monocromático y rígido; de hecho, tras las guerras balcánicas, muchos de estos edificios fueron abandonados. En Latinoamérica, este estilo fue importado por diversos gobiernos. Es común ver edificios así en Cuba, como la impresionante embajada soviética, por ejemplo. En Lima, el edificio de Petroperú y el Centro Cívico (creados durante la dictadura de Velasco Alvarado), así como el Museo de la Nación (inaugurado durante el primer gobierno de Alan García) son ejemplos de este estilo arquitectónico nacido tras la cortina de hierro.


La sangre azul del cangrejo


Parece un ser de otro planeta pero el cangrejo herradura es conocido en las playas del atlántico norte. La sangre de este extraño animal es azul pues contiene hemocianina, una proteína rica en cobre, lo que la hace ideal para combatir bacterias. El cobre, como sabemos, es un antibacterial famoso por combatir el escherichia coli, entre otros.

Pero, ¿siempre es azul la sangre de este animal?. No, su sangre es incolora, se vuelve azul cuando el animal sangra y tiene contacto con el oxígeno. La sangre del cangrejo herradura es usada para test medicinales y posterior tratamiento.



La libertad positiva y negativa


Isaiah Berlín, filósofo e historiador letón, definió a la libertad por sus características y la dividió en dos acepciones, en su famoso ensayo de 1958 "Dos conceptos de libertad".

Para él, la libertad positiva es aquella donde el individuo es dueño de su propio destino, donde es capaz de tomar sus propias decisiones, pero también donde existen límites que pueden alejarlo de su realización, mientras que la libertad negativa es básicamente la falta de coerción, la no interferencia por parte de los gobiernos a la acción del individuo.

Para Berlin, ambas libertades tienen un lado b. En el caso de la libertad positiva, ésta puede ser usada por el Estado para decirle a los individuos que es lo que considera como libertad y así dominarlos, creyendo éstos que en realidad son autónomos. Este solía ser el discurso de muchos totalitarismos en el siglo XX. En el caso de la libertad negativa, en cambio, la ausencia de coerción del Estado puede facilitar el auge de una casta que oprima a los más desfavorecidos. Dice Berlin: "La libertad de los lobos puede significar la muerte de las ovejas"



Patente de Corso


La expresión "patente de corso" proviene de la edad media, cuando las naciones que no podían constituir ejércitos navales contrataban mercenarios (corsarios) para que ataquen países enemigos y sus naves. Para llevar a cabo este cometido los países expedían un documento, este era el "patente de corso".

Los británicos utilizaron muchas veces esta concesión para sus ataques a España. Sir Francis Drake es una figura mítica de aquellos años. Actualmente, no existe más este documento oficial y "patente de corso" es usada sólo como expresión para referirse a aquella persona que posee permiso de una autoridad para cometer actos, que podrían ser ilícitos, pero con impunidad.


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